Me arrepiento de tanta inútil queja,
de tanta tentación improcedente.
Son las reglas del juego inapelables
y justifican toda, cualquier pérdida.
Ahora sólo lo inesperado o lo imposible
La vida en juego
Donde pongo la vida pongo el fuego
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
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